Es casi como un ritual: cuando el último chiringuito baja la persiana, se siente de verdad que el verano ha terminado.
Este fin de semana llegará el momento. Una temporada larga y cálida que ha pasado tan rápido.
Una parte de mí lo siente con pena. Ya no hay largas tardes en la playa, ni desayunos soleados con café y pan tostado. Los días se vuelven más frescos y cortos, y el mar solo invita a baños más breves. Aun así, sigue siendo un placer zambullirse, aunque sea un instante.
Y al mismo tiempo llega otro ritmo. El otoño y el invierno son para caminar, para mañanas tranquilas con nubes y a veces sol, para moverse en la playa sin prisa. Una cadencia diferente, pero también bienvenida.
Este fin de semana se celebra el maratón en Pineda. Un aire de animación, como si el verano se despidiera por última vez. Después volverá la calma, y me quedo con lo que estos meses me han regalado: calor, movimiento y la certeza de que cada estación tiene su propia belleza.